Hola pequeña
yo, quiero decirte que te amo y quiero pedirte perdón por aquella época en la
que no te aceptaba como eras. Simplemente no comprendía el por qué, el origen
de lo que te hizo sentir o ser “así”, como yo misma te veía, como sé que tú te observabas
y como creías que te veían los demás, algunos hicieron comentarios al respecto,
un poco imprudentes, lo sé.
Que si eras
muy pequeñita, que si podía llevarte el viento porque te veías muy débil, muy
flaquita, además, de la sobreprotección amorosa que te brindaron los adultos de
tu entorno y las múltiples visitas al médico que tuviste. Mamá siempre
hablándote con toda la sinceridad del mundo y tú, tratando de comprender la
magnitud de lo que escuchabas y queriendo procesarlo y tomarlo con toda la madurez
que el caso ameritaba.
Te llegaste
a sentir tan amada por tus abuelos, padres y tíos, que no querías defraudarlos
nunca. Querías ser la mejor estudiante, la niña mejor portada, la más bonita y
pulcra, además de que básicamente esa era la formación y educación que te
estaban dando en casa.
Sé que
dentro, por un corto tiempo, hubo una Raquel un poco confundida, queriendo
dejar esos patrones a un lado y meter las manos enteras en las bandejas con las
fritangas que repartían en las fiestas de niños a las que ibas. A veces te
provocaba gritar, ensuciarte y correr como los otros niños, pero siempre
prevaleció ese temor que estaba creciendo dentro de ti de no caerte, no
lastimarte, no romper esquemas, no quedarle mal a mamá, no cagarla.
Pasó el
tiempo y se mantuvo tu esencia, muchas cosas que hacían otros niños,
simplemente no iban contigo y otras ya te atrevías a hacer. Fuiste una gran
líder entre tus amigas de la escuela, se reunían en tu casa porque así lo
disponías tú y tú familia, nuestra familia, siempre dispuesta a apoyarte.
Entraste al grupo de danza del colegio, fuiste sheer leader junto a tu grupo de
amigas y bailaste en la fiesta de fin de año de quinto o sexto grado y lo
mejor, sabías que te veías muy bien, que despertabas interés y miradas de los
niños.
Entre tus
primos y hermano, te sentías como una reina, siempre cuidándonos entre todos y
tú, liderando los juegos con la mejor y más creativa de las imaginaciones. Te
adaptaste, sabías bien que eras una niña rodeada de varones y así jugaste fútbol,
básquet y beisbol. Recuerdo a otras niñas mirándote de manera “rara” mientras
lo hacías y no te importaba.
Un hombre
malintencionado se acercó una vez, y ya algo similar te había pasado estando
más pequeña y afortunadamente llegó mamá en el momento justo para salvarte.
Este hombre te tomó entre los brazos de manera abusiva y también justo en ese
instante llegó tu primo para auxiliarte, nunca dije nada hasta tiempo después. Nunca
has estado “sola”, lo sabes, siempre has estado rodeada de gente maravillosa.
Sabes que todo es una lección de vida, quedan atrás las personas que
directamente han hecho daño a ti o a los tuyos, el primer y tóxico amor que
elegiste tener, la “amiga” del colegio que te trataba malísimo, las doñas con
comentarios imprudentes respecto a tu físico, que en el fondo solo se traducían
(hoy lo veo así) en “Ecnoe qué bella es tu hija, chiquita, parece una
muñequita” (modestia aparte, pero era perfecta y no lo sabía). Por eso, hoy en
día comprendo que no solo debemos cuidar nuestras palabras y opiniones acerca
de los demás, si no el cómo o qué se les habla a los niños, por otro lado,
definitivamente “las apariencias engañan”, ¿Cuántas veces serían las que me
tildaron de odiosa y solo era tímida?
Todo fue y
es un aprendizaje, incluso para mí conmigo misma, “ahora te comprendo” me digo.
No supiste lidiar con ciertas cosas que como niña viviste. Te caracterizaba la alta
sensibilidad, naciste así, no hay que buscar culpables y de hecho, no se trata
de eso todo esto, sino de decirte que estoy aquí, para ti, como adulta, las
veces que quieras salir a flote en mi vida actual. Te abrazaré y nos
esforzaremos juntas, por realzar lo bueno, así dice mamá y tiene toda la razón,
es un gran consejo. Recordemos lo bueno, la maravillosa niña y adolescente que fuiste
y la maravillosa mujer en la que me he convertido. Tantos momentos lindos que
vivimos en familia, por eso hoy en día los honro tanto aún en la distancia. Tu
esencia sensible, artística, tan femenina con el toque perfecto de
masculinidad, tus valores, todas las enseñanzas, lo que has superado, tanto
sola como apoyada.
Todo ha sido perfecto y maravilloso. Sin ánimos de
romantizar nada, sé lo difícil de muchas situaciones vividas y lo que nos ha
costado deslastrarnos del miedo, nuestro amigo y enemigo a la vez, sin embargo,
sigue el aprendizaje, el no rendirte y el encontrar la manera de equilibrar la
función del miedo en nuestra vida. Estás encaminada, solo recuerda por favor,
NO dejar de disfrutar el proceso, el camino, con piedras y obstáculos, como venga,
no solo pensar en la paz que te imaginas que implica llegar a la meta. No
pierdas tiempo siendo infeliz y armándote escenarios en la cabeza que no existen
y muy probablemente no lleguen a existir. Piensa feliz, dile STOP a la mente
cuando se quiera desviar. Esta vida es hermosa, no estamos solas, no lo
estaremos. Hay y vienen más cosas buenas y hermosas. Mira lo consentida que
eres por la vida y los regalos que te da. ¡Qué felicidad! Somos grandes, somos
bendecidas, estoy aquí para ti.