viernes, 18 de mayo de 2018

Gracias.

Gracias.
Gracias porque ahora soy más directa al hablar. Gracias, porque he podido hacer cosas que jamás creí poder hacer. Gracias porque conozco mis heridas, mis temores, mis defectos. Me acepto y me amo. Gracias, porque comprendo el verdadero valor de la cotidianeidad junto a los seres queridos. Gracias porque me siento más orgullosa que nunca de mis raíces. Gracias porque puedo poner en práctica cada consejo y enseñanza que me dieron mis padres. Gracias, porque mis manos ahora tienen cayos y son más fuertes. Gracias porque sé lo que siente una persona cuando al querer vender algo en la calle o entregar un volante es ignorado. Gracias porque ahora puedo valorar de verdad el trabajo del obrero, del que limpia, vigila o del que lava los platos. Gracias, porque conozco otras culturas y tengo la oportunidad de hablarle a ellos de lo bonito de mi país. Gracias, porque soy más tolerante al frío y al hambre. Gracias porque sé, ahora sé, que lo material, estar bonita o a la moda no es lo más importante y comprobé que lo más importante en la vida es el amor de la familia y amigos. Gracias, porque cuando hago planes, si es que hago, ya no se dan y todo sale al revés. Gracias, porque ahora soy una hoja al viento. Tengo anhelos, sueños por los que no me rendiré, pero no tengo el control, me dejo llevar. Gracias porque sé, Dios, que no me abandonas ni un segundo, resulta ser que estás dentro de mí y soy una extensión tuya. Que no soy ni seré perfecta y que "no todos tenemos dedos para el piano". Gracias vida, circunstancias "extrañas", incomprensibles y dolorosas. Gracias.